"Edificio", de Ana García Bergua, tiene las escaleras justas. La excusa y reto más común del vecino español es la de "estoy en mi casa y hago lo que quiero". Al lector le gustaría llamar a cada puerta, y al modo de esos predicadores de cualquier religión norteamericana dar consejos gratuitos. Pero cada personaje naufraga a su manera.
Relatos que son como un ascensor entre dos pisos: ni arriba ni abajo, humor amargo.
Mi reseña en la siempre abierta "La Biblioteca Imaginaria", donde también se pueden leer más y mejores reseñas, desde luego.
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