sábado, 27 de diciembre de 2008

SEGUNDO MANDAMIENTO


La única vez que se cruzaron, fue mi padre el que bajó la mirada y nos hizo cambiar de acera, como si de frente nos viniera a quemar el mismísimo Kagutsuchi. Algo así de misterioso les pasaba a los otros hombres de Mukarato, nuestro distrito, pero ni los chicos del reparto de las tiendas, que lo avizoraban todo, pudieron dar razón cierta de él. Que justo cuando estaba a punto de inmolarse en su avión el emperador lanzó su discurso… Sí supimos lo de su esposa, lo de que el hombre se había practicado el sepukku en su casa mientras ella cuidaba de su hermana enferma, y de que a la policía le fue imposible averiguar el nombre de su marido por boca de ella. Nunca se había atrevido a preguntárselo.

viernes, 19 de diciembre de 2008

SE ENJUAGARÁ LA BOCA CON EL COLUTORIO DE SU EXCULPACIÓN


Cuando le pusieron las esposas, el dentista por fin creyó comprender el concepto de “AUTORIDADES SANITARIAS”. Pensó en algún funcionario extraviado por los vericuetos del aburrimiento, y que se hubiera dado a una desafortunada investigación sobre el reciente mapa epidemiológico de niños cariados. Pero más adelante maldijo entre dientes, hasta la extenuación, a su compinche. No cabía otro Judas. Amañar aquello con “el hombre de los caramelos”, no fue lo que se dice una idea brillante.

lunes, 15 de diciembre de 2008

FEEDBACK CURRICULAR


El mundo a veces anda a la pata coja. Prefieren dejarme en mi casa, mejor si no salgo, y el sueldo de funcionario de prisiones me lo endilgan en la cartilla de ahorro. Todo un contrasentido: mucha política de reinserción y mira tú, a las primeras de cambio te apartan del sistema carcelario.
Se quejan de que en el currículum de un español hay más trampas que en una película de chinos, y luego a mí me colocan en el saco administrativo que llaman “en expectativa de destino”. Con la boca medio cerrada me dicen que bien está lo que bien acaba, pero que mejor mantengamos el secretillo de mi aprobado en las últimas oposiciones para Instituciones Penitenciarias, que eso no entraba en las cuentas. Tanto rum rum de misterio, tanta culpa sobre mi reeducada conciencia, y todo por omitir en el mío, en mi currículum, lo de que estaba cursando el tercer grado en la universidad del crimen, lo de que todavía sigo en el internado tutelar del estado que llamamos cárcel.

LA BIBLIOTECA IMAGINARIA

Novedades a fecha 15/12/2008

Llegamos al ecuador del mes de dicciembre con las siguientes novedades en LA BIBLIOTECA IMAGINARIA:

- CONVERSACIÓN EN DIFERIDO CON PATRICIA ESTEBAN ERLÉS, finalista del V Premio Setenil al mejor libro de relatos publicados en España, 2008.
- Manderley en venta, de Patricia Esteban Erlés, reseña escrita por Cristina Monteoliva.
- Troppo mare, de Javier Egea, reseña escrita por Sergio Rojas García.
- Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, reseña escrita por Raúl Rubio Millares
- La dulce envenenadora, de Arto Paasilinna, reseña escrita por Cristina Monteoliva
- Promociónate, primera entrega del mes de dicciembre
- Nuevos enlaces.

Recibe un cordial saludo,
Cristina Monteoliva
http://www.labibliotecaimaginaria.es/

miércoles, 10 de diciembre de 2008

UNA TERAPIA PELIGROSA

Lo de la nariz aplastada y las erosiones en la mejilla no es fruto de ningún altercado callejero, porque de hecho soy de natural pacifista. Es que olvidé el nombre de aquel actor tan famoso, y por más que destilaba los jugos químicos de mi cerebro, todos los títulos terminaron formando un magma pegajoso que me impedía pensar en otra cosa.
“No abro los ojos hasta que no recuerde cómo se llamaba”, me impuse como aliciente o penitencia, como brain training imaginario con que roturar las movedizas arenas de la memoria. No es la primera vez que me pasa. Ya antes vino un atropello ciclista, el encontronazo con un vigilante jurado, la voluntaria de una ONG que me creyó invidente… Y ya no me acuerdo que más.

NUEVAS RESEÑAS

Como siempre en "La Biblioteca Imaginaria". Esta semana sí que colaboro con una sobre el libro de Javier Sáez de Ibarra, "Propuesta imposible".
Ya sabéis: http://www.labibliotecaimaginaria.es

viernes, 5 de diciembre de 2008

FOTO Y SÍNTESIS


Nunca antes la había visto rondar por el barrio, pero allí estaba su foto, la de las dos, ama y gatita mirando a la cámara con sus caras juntas y la expresión sorprendida de flash. Se busca, tal y tales características, el nombre a que respondía, su propio nombre fulanita y un teléfono que no voy a repetir; usted ya me entiende, siempre hay algún enfermo de maldad y tiempo libre dispuesto al escarnio de tarifa plana. Claro, que se me puede apuntar a mí también con el dedo por hacer un uso fraudulento, por aprovecharme de las circunstancias. El bálsamo de las endorfinas anestesiaba el sentimiento de culpa por mi piadosa mentira, pero es que fue tan fuerte el cañonazo de ensoñaciones románticas que me produjo aquel primer encuentro unilateral con el papel pegado a la farola… El enamoradizo que llevo dentro engranó mi proceder criminal, eso de que la había encontrado, y su fuga camino de nuestra cita. Acudí tarde y consternado, con las cañerías de los alvéolos bronquiales en perfecto estado de revista tras la carrera que me impuse como herramienta Stanislavsky para despeinarme, desencajar el rostro y dar credibilidad a mi versión. Y para sudar; ya le hablaba antes de las endorfinas: el olor a macho también las pone. Bueno, todo salió lo que se dice Okey makey.
Pero nunca la olvidó, debe ser por el reloj de la pulsión maternal, que las empuja a tener algo de que cuidar. Y ya un día llegamos a las pantanosas arenas movedizas del “un retoño o retoña”, cosa que yo le dije que era imposible, ya se sabe… Vamos a conocernos más… Nuestras circunstancias y tal y tal… Y a partir de ahí venga a darle mirar y remirar la última copia que conservaba de aquel cartel. Hasta esta misma tarde que la he hecho trizas sin importarme que estuviera delante. Lo que se dice en esos casos: “Mira lo que hago con el cartel después de pasármelo por el forro”. Y uno también aprovecha para abrir la caja de Pandora de los secretos inconfesables: “Y la foto original la hice desaparecer con mis propias manos. Ahora descansa en el fondo del río junto al maldito cascabel y el ovillo de lana. Se descomponen en el fondo cenagoso. Más o menos como lo nuestro”. Y observe estos arañazos. Son suyos. Dentro de poco se asomará al balcón, ese de ahí enfrente, para sacarme mi refugio, esta barra resbaladiza y lustrada por Manolillo Calzones con su balleta amarilla Ballerina. Verá, de aquí a un rato; verá lo que le digo. Cuando se pone así parece una funcionaria del mismo infierno. Sus maullidos son peor que el canto de sirena.

lunes, 1 de diciembre de 2008

ÍNDICES DE IMPACTO, EDICIÓN REVISADA Y CORREGIDA

-¿Has visto las tetas que tiene?
-¡Cállate, cabronazo, a ver si te oye y nos saca de los agradecimientos!
-¿De qué sirve ver el nombre de uno en una tesis doctoral?
-Igual algún día salimos en el Science Citation Index. Esta ha estado en el M.I.T. y todos aquellos capullos la van a leer.
-¿Qué MIT?
-El Instituto Tecnológico de Massachussets, soplapollas.
-Creía que hablabas del Mitocondría’s Club, el Mit. Esa ha dejado empajillado a medio Instituto. ¡Qué estructura atómica tiene!
-Calla y vamos a liofilizar la leche.
-Leche, ¿eh? Y aquí el cachondo soy yo.
-No te olvides de darle al interruptor del vacío.
-El vacío sólo es un concepto. ¿Sabes cuál es la probabilidad de que dos partículas choquen en una depresión así, pongamos de diez elevado a menos 5 Torr?
-No, pero te recuerdo que esta noche hemos quedado para seguir discutiendo sobre la existencia de Dios, así, con mayúsculas. Y no te escaquees que hoy tú pones el ron, los panchitos, y las Coca-Colas.
-Igual podríamos demostrar la existencia de Dios, con mayúsculas, a través de la cromatografía de líquidos (1).
-No sabes ni lo que dices.
-Ya le tengo echado el ojo a la columna cromatográfica y al inyector.
-Sigues erre que erre y ya te lo dijimos claramente. A ver: fase líquida y fase estacionaria. Si Dios está en todas partes, correrá lo mismo en una y otra. ¿Estamos en lo que estamos? Por ahí viene.
-¿Dios?
-No, pero te levanta a las alturas. Es la buenorra.

Bibliografía
(1) Principios de Análisis instrumental, 5ª ed. Skoog, Holler, Nieman. Mc. Graw-Hill, 2000

DING-DONG

Una semana más la "Biblioteca imaginaria" llama a su puerta, como Avón. Ni se vende ni se maquilla. Sólo literatura ecológica. Todo en http://www.labibliotecaimaginaria.es

sábado, 29 de noviembre de 2008

ÍNDICES DE IMPACTO


-¿Has visto las tetas que tiene?
-¡Cállate, cabronazo, a ver si te oye y nos saca de los agradecimientos!
-¿De qué sirve ver el nombre de uno en una tesis doctoral?
-Igual algún día salimos en el Science Citation Index. Esta ha estado en el M.I.T. y todos aquellos capullos la van a leer.
-¿Qué MIT?
-El Instituto Tecnológico de Massachussets, soplapollas.
-Creía que hablabas del Mitocondría’s Club, el Mit. Esa ha dejado empajillado a medio Instituto. ¡Qué estructura atómica tiene!
-Calla y vamos a liofilizar la leche.
-Leche, ¿eh? Y aquí el cachondo soy yo.
-No te olvides de darle al interruptor del vacío.
-El vacío sólo es un concepto. ¿Sabes cuál es la probabilidad de que dos partículas choquen en una depresión así, pongamos de diez elevado a menos 5 Torr?
-No, pero te recuerdo que esta noche hemos quedado para seguir discutiendo sobre la existencia de Dios, así, con mayúsculas. Y no te escaquees que hoy tú pones el ron, los panchitos, y las Coca-Colas.
-Igual podríamos demostrar la existencia de Dios, con mayúsculas, a través de la cromatografía de líquidos.
-No sabes ni lo que dices.
-Ya le tengo echado el ojo a la columna cromatográfica y al inyector.
-Sigues erre que erre y ya te lo dijimos claramente. A ver: fase líquida y fase estacionaria. Si Dios está en todas partes, correrá lo mismo en una y otra. ¿Estamos en lo que estamos? Por ahí viene.
-¿Dios?
-No, pero te levanta a las alturas. Es la buenorra.

martes, 25 de noviembre de 2008

YA ES COSTUMBRE

Hab{ia olvidado citar nuestra cita semanal con la Biblioteca Imaginaria. Esta semana se incluye mi reseña sobre el libro de relatos "El tam-tam de las nubes". En http://www.labibliotecaimaginaria.es.

sábado, 22 de noviembre de 2008

EL CICLO DE LAS ESTACIONES


A una distancia poco prudente las garzas baten las alas de forma desacompasada, carentes de esa elegancia que lucen en las danzas de cortejo. Son puro alboroto, movimiento frenético para zarandear el corazón y que les siga regando por dentro; tienen que aventar los cristales de escarcha, el rígido sarcófago del frío que les pone reflejos brillantes de lágrima en las plumas.
El hombre que mira las garzas abre unas manos de dedos largos, entumecidos como varillas huesudas de abanico, y suelta sobre el témpano de hielo el poco mijo que pudo sisar a su dieta colmada de cuencos rasos.
Con la falta de pericia de un reptil aletargado saca las lentes de su funda. Luego una gamuza que en mejores tiempos debió ser azul marino. Tal vez está convencido de que frotando con ese harapo deshilachado va a poner claridad en las dos galletitas redondas veladas de ralladuras como el cuarzo que son los cristales de sus gafas.
-Si sobrevivo al invierno... -murmura a media voz.
Si sobrevive al invierno no dudará en acudir al templo, ofrecer su palo de sándalo y una hoja de pan de oro al buda junto a la rosaleda, allí donde las flores, todos los años, consiguen revivir el perfume del jabón de tocador de su esposa. La memoria de los ancianos tiene la naturaleza propia de los misterios insondables del universo. Da cuerpo, hace vívidos los primeros recuerdos, y tritura, digiere y excreta los momentos apenas recién consumidos.
Luce una torpeza de marioneta rota, ahora que se aleja de la laguna congelada en dirección a la escuela. Unos pasos adelante gira la cabeza por ver si las garzas se acercan al montón de mijo. No se percata del saludo de los dos niños que también van camino de la escuela.
-Ya me sé el haiku de Matsuo Bashô –dice muy alto con el humo blanco de su aliento el crío que lleva bajo el brazo el bunchin para apoyar la hoja de papel. ¿Te lo digo? –y toma con la otra mano el fude. Sujeta el pincel como un espadachín y empieza a caligrafiar el aire limpio de la mañana; y eleva la voz como si quisiera llevarla al anciano-. “La primavera pasa. Lloran las aves. Y son lágrimas los ojos de los peces”.
Su compañero se encoge de hombros y por un momento, en el altar de sus manos se mueve una figurita de cera que representa a otro niño, la deidad redentora de los cristianos. Se acerca la fecha en que celebrarán la fiesta de su nacimiento. Luego la conmemoración de su muerte, como el frío sucede al calor, venido para fundir el témpano sobre el que ya no queda nada del puñado de mijo. Un calor capaz de rendir hasta la propia figurita de cera del salvador.
El hombre se pone las gafas. Las lágrimas, calientes, no se congelan, pero le engordan los vidrios borrosos. Retoma su andar. Ajeno ya al jaleo de las aves, el viejo dice, ahora para sus adentros: “Si sobrevivo al verano...”

miércoles, 19 de noviembre de 2008

NO DES UN PASO MÁS


Salían del Macaco’s Fit, uno de esos gimnasios para muertos de hambre presuntuosos en Copa de Oro Road, a un corto paseo de Sunset Boulevard. El gordo del control estaba malhumorado. Contrariamente a lo que se cree los panzudos siempre andan agriados, quizá cargan mala conciencia sabedores de que consumen más recursos planetarios que el resto de seres vivos.
-Dile a ese jefe tan feo que te compre una moto nueva para el reparto o la próxima vez tendré que ir yo mismo a la India a por la comida –y acompañó su última palabra con un puñetazo sobre el mostrador que quiso hacer sordina o quizá celebrar la ventosidad que acababa de lanzarse. El gordo y el vigilante de la puerta, también orondo, efigies perversas en el templo del dios cuerpo, prorrumpieron en carcajadas haciendo cisco mi teoría de la grasa y el humor fermentado.
Salían del gimnasio, ya digo, y para mi gusto no era espectacular ni mucho menos. Pero ella se pavoneaba como si en realidad fuera un muestrario de piedras preciosas, y él, el monstruito de los anabolizantes, quiso darme envidia y en un alarde de “mirad lo que el tío más fuerte del mundo hace con la tía más despampanante del mundo, cogerla en andas”, la tomó en brazos mientras bajaban las escaleras. Como unos recién casados que fueran a cruzar el umbral de su nuevo hogar. Y eso provocó que la faldita de vuelo de la pechugona, la faldita de vuelo de su hermana pequeña, dejara al descubierto sus muslacos como patas de elefante. Tal vez eso la hizo reaccionar y alzó repentinamente una pierna, de modo que su chancla de la marca Bossy salió disparada hasta donde yo me encontraba con la moto en ralentí. Me agaché a recogerla y vi en sus rostros la doméstica, la confortable seguridad del que lanza un palo a su perro. Pensarían que presa de la tímida admiración, deslumbrado por su halo de rayos UVA, deseoso de haber usado aquella especie de barcaza como cuchara, iba a correr a devolvérsela, postrarme a los pies de aquella hermanastra de Cenicienta.
Di todo el gas a la motocicleta y el carburador parecía ahogarse en un glú-glú de mezcla demasiado rica. Rogaba al dios de mi madre que aquel metrosexual neumático se hubiera desgastado minutos antes en la cinta andadora-transportadora. Me estaba llevando la chancla de aquella valkiria, y ella azuzaba a su sabueso con gritos cada vez más enfurecidos.
La he tenido una semana en el bolsillo de la camisa con el cuento de que una chica se la dejó en mi coche desorientada tras “tontear” conmigo. Nadie sabe que no tengo coche, y esta mañana se la he tirado a un gato negro (no soy supersticioso), que merodeaba por los cubos de basura del cuchitril.
Ha sido al volver cuando ese mismo jefe tan feo que tengo me ha puesto un encargo sobre el mostrador y la nota de entrega: “Macaco’s Fit. Control y purerta dentrada”. Su caligrafía es terrible, y si me sacan de las direcciones conocidas cuesta entender lo que pone. Pero esta vez de nada sirve querer perder el tiempo preguntando por lo que ya sé. Y el nudo en la garganta…El campo Observaciones, a buen entendedor… “Algún disir; algo referente a shancla rovada llevar”.

TIEMPO FÍSICO Y TIEMPO SICOLÓGICO

A propósito del tema de la conferencia, no sé si llegará a tiempo el aviso, pero esta tarde a las 19:00 si no nos es posible acudir al Palacio de Quinta Alegre, en Granada, una de las sedes del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC), podemos seguir la conferencia de dos profesores de la Complutentese y la Pablo de Olavide sobre esos dos "tiempos", algo que siempre nos interesa a los escritores y que también ocupa algún que otro epígrafe en los libros de escritura creativa.
Siento no ser más explícito pero no puedo extenderme más.

La dirección http://www.iaa.es/scyt2008/streaming.htm Repito, a las 19:00 h.

martes, 18 de noviembre de 2008

Imagine

Imagina que tienes todo el tiempo del mundo para leer. No es mi caso. Tampoco puedo dedicarle un triste minuto a este blog con aspiraciones, un blog "de quiero y no puedo". Por eso esta semana no he dejado nada en "La Biblioteca Imaginaria", pero sí los amigos Raúl Rubio Millares que recupera entre otros un libro de Hipólito G. Navarro, rupturista con el discurso tradicional del relato y que bien merece la pena (ese sí lo he leido, mira tú por dónde), y la amiga Cristina Monteoliva, además de comentarista voraz, entrevistadora de Espido Freire, publicada por Páginas de Espuma, lo que ha levantado algunas voces que expresan su desacuerdo. Yo esperaré a leerme el libro antes de opinar, aunque eso no quita que antes mire la reseña de Cristina que aparece en esta semana. "El trabajo os hará libres", es el título de este volumen de relatos.

jueves, 13 de noviembre de 2008

MANIFIESTO POR EL CUENTO

Este manifiesto no es mío, no da uno para tanto. Es de Esteban Gutiérrez, autor de "El laberinto de Noé" que no sé porqué dicen que es una novela, si me parece que es un libro de relatos del que en algún sitio leí "Pepsicola", un relato de gente sencilla, a lo Aldecoa, pero con más vida y un hilo finísimo de humor y ternura. Si queréis leerlo en su blog la dirección es http://ellaberintodenoe.blogspot.com/.

(carta abierta a todas las publicaciones periódicas)
¿Qué motivó que el cuento como nuevo género literario hubiese tenido dos espectaculares apariciones primero en el siglo XIX y después en el XX?Curiosamente la respuesta es la misma: la publicación de los mismos en revistas y diarios.Los cuentos modernos, nacen primero en los periódicos y luego se convierten en libros que los recopilan.Poe, Chejov, London escribían sus cuentos para periódicos. Carver, Cheever, Fante, Bukowski, y toda la generación del realismo sucio americano de mediados del siglo XX, adelantaban sus publicaciones con cuentos en periódicos. La nueva generación americana del desarraigo publica en fanzines y diarios locales, algunos incluso nacionales con gran tirada, antes siquiera de presentar su primer libro de cuentos.¿Qué coño ocurre en España con el cuento?¿Ningún periódico es capaz de liberar una columna para acoger un cuento moderno? Se trata de dar oportunidades a gente desconocida, pero fielmente cuentistas, no de ofrecer una columna a escritores consagrados que publican como cuento el recorte de un amago de novela.El cuento es un género narrativo mayor, quizá el más complejo en su elaboración a pesar de su aparente sencillez, que requiere una excelente técnica de relojero para lograr que en el lector surja el efecto deseado.El cuento es corto por definición, y muy intenso, y el buen cuento marca un antes y un después en la mente del lector que ha sentido como un terremoto bajo sus pies.El cuento explota en la cabeza, anida en el alma y enseña a ver la vida desde otra perspectiva.El cuento aguanta sin respirar tres estaciones de cercanías y varias de metro, el lector viaja, sí, pero no en el vagón.El cuento es el género literario más acorde con el mundo presuroso y alocado actual. Y lo es por dos motivos: 1. Su minimalismo intrínseco; y 2. En su interior guarda una bomba intelectual.Demos una oportunidad al cuento.Cada año más cuentistas se suman al movimiento. Mucho tienen que ver en ello las escuelas de creación literaria y talleres que se han multiplicado por cien en los últimos tiempos.El cuento como paso de la nada a la novela ya no es un simple ejercicio de preparación. Muchos de los cuentistas modernos son conscientes de que han encontrado en el relato corto su distancia.El cuento, el buen cuento, es un reto.Los cuentistas son a su vez devoradores de cuentos, fagocitan y degluten relatos con la esperanza de descubrir una nueva forma de tallar ese “diamante” en bruto que es la idea previa a la composición.Demos una oportunidad al cuento.

lunes, 10 de noviembre de 2008

BIBLIOTECARIOS

Como en "La Biblioteca Imaginaria" (http://www.labibliotecaimaginaria.es/) no hay crisis, esta semana se pone en nómina también Sergio Rojas García, junto con Raúl Rubio Millares, Cristina Monteoliva y yo mismo, quienes seguimos sirviendo noticias de esos libros que no aparecen en el escaparate de la librería pero que merecen su anaquel.

martes, 4 de noviembre de 2008

EL SECRETO DE LA CONSERVACIÓN

He aquí el relato que tuve la suerte de que me dejaran leer el día 3 de noviembre en el antigüo Anaïs, ahora Piaff, y que además me han publicado en un "Librito del Anaïs". Reportaje fotográfico completo en http://demesencuando.blogspot.es/i2008-11/ Allí podréis apreciar cómo hasta me había puesto, tal como prometí, colonia Jacks para salir bien en las fotos (las afortunadas muchachas que tuvieron a bien besarme lo comprobaron). Ahí queda el relato
EL SECRETO DE LA CONSERVACIÓN
1

Por aquellos días en mi casa reinaba una sensación extraña, algo parecido a lo que flotaría en el ambiente si alguien nos diera la noticia de que el mismísimo Jehová iba a poner pie en el felpudo de la entrada. De eso hace ahora cinco años; en 1945; recién terminada la guerra. El teléfono, igual que un bebé hambriento, o como uno de esos enfermos tiranos que se postran en la cama sólo por fastidiar (mi padre habla mucho de esos casos), no hacía más que reclamar atención, y si uno pegaba el oído, del otro lado de la línea eructaban atropelladamente, a todo correr, unas voces relamidas de señoras que yo imaginaba tocadas con sombreros estrambóticos. No me equivoqué. Aunque eso sea adelantar acontecimientos, he de decir que muchas aparecieron con unos que parecían fruteros. Otras tenían en la cabeza los campos de la primavera. E incluso las más arriesgadas lucían prototipos para los que, según mis cálculos, el sombrerero a buen seguro tuvo que desplumar varias gallinas inglesas.
Puede que entre ellas acordaran alguna consigna secreta para fastidiarme, porque siempre daban por terminado el recado de que mi madre se pusiera al aparato remachando sus palabras con un ridículo “guapín” o “corderito” que más de una vez, así es, me tentaron a colgar sin contemplaciones. Sin embargo, he de confesar que eso no es lo peor que se me pasó por la cabeza. Les deseé cosas más horrendas; por ejemplo que sus collares, muy ajustados a la garganta y con bolas del tamaño de las del billar, por arte de magia se convertieran en boa constrictor que las hiciera callar. Desde luego no pasan de ser cosas de la edad. Hay que tener en cuenta que se es muy susceptible a los once años. Uno ya se mira en el espejo en busca de las primeras erupciones de pelo en el pecho. Con la puerta del baño bien atascada me sentaba en el inodoro y echaba el rato con la vista fija en... bueno, en el pubis. Pretendía sorprender algún pelo en su despuntar. ¡Como si la hierba se pudiera ver crecer!
Mamá andaba tan descocada como mi hermana cuando aquella fiesta que organizó aprovechando que mis padres pasaban un fin de semana de aniversario en el lago Mistela. Entonces sí que saqué buena tajada, y la enseñanza de que en esta vida, por vender se puede vender hasta el silencio. Pero a lo que íbamos. Ahora era mamá la que se deshacía en un frenesí de risitas; de “sí, cómo no, querida”; de anotar nombres en una libreta junto al teléfono que en la tapa tenía pegado un pequeño rótulo escrito a máquina: “Asistentes a la reunión”. A decir de mi hermana, en aquel cuaderno había más relumbrón que en la oficina del banco de Chesterton Avenue con todo su oro junto. “La crema de nata de la sociedad local”. Eso fue exactamente lo que dijo, en un tono tan despectivo que irritó a mamá, y que le hizo reñirle severamente. Bueno, yo también debería tener alguna deuda pendiente, porque a raíz de eso nos obligó, a los dos, a estar presentes en el encuentro.
-Así sabréis valorar lo importante que es que las personas sepan comportarse en sociedad.
Yo amenacé con escaparme a las montañas y hacerme ermitaño, y mi hermana con ponerse enferma el día que se fuera a celebrar el mercadillo para recaudar fondos con que erigir el monumento al soldado desconocido. No surtió ningún efecto. Mi madre tenía suficiente artillería para los dos:
-Tú vete, que ya volverás. Y tú hablaste de la fiesta de no sé quién, que por cierto va a ser antes de lo del rastro. Y que como es de rigor tendrías que comprarte vestido, zapatos, complementos...
Llegado el momento mi hermana tuvo que hacer de tripas corazón y lucir sus mejores modales de muchacha en edad de ser pretendida por uno de esos jóvenes deportistas de pelo engominado, reluciente como su porvenir. Yo me vi obligado a aplastarme los remolinos con brillantina.
-Estos son mis hijos. Hijos míos, os presento a la señora Brownie Wise y al señor Earl Silas.
Había que ver a mi madre. Hacía las presentaciones de una forma tan, tan ridícula... Los suyos eran gestos sacados de una de esas películas en donde durante un baile de copete, las damas, muy remilgadas y con vestidos como campanas, disimulan su sonrisa tras un abanico.
Cuando abrimos la puerta de dos hojas para entrar en el salón de nuestra casa el estruendo de aplausos fue apoteósico. Cualquiera podría pensar que iban dirigidos a mi, que tuve que hacer las veces de operador telefónico durante esas semanas. Pero no cabía tanta gratitud en aquellos rostros siniestros y pintarrajeados. Eso que muchas de ellas me debían el estar allí... Todas las miradas se afanaban en abarcar a Earl Silas y de pronto aquellas atolondradas rompieron en aplausos. Para mayor gloria de mi madre he de decir que una vez que les presentó a todas y cada una de las momias, tuvo a bien levantar la condena de obligarnos a tragar con semejante aquelarre. Sólo volví a la sala en otra ocasión, y fue para llevar una jarra de limonada.


2

Con las gafas redondas, Earls Silas despedía un cierto tufo a profesor. Junto a su mano derecha, sobre el mantel, la cajita donde guardaba las lentes semejaba la concha abierta de una navaja que se acabara de comer. Y como si de un predicador vaticinando el fin del mundo se tratara, en torno a la mesa todas lo escuchaban embelesadas. Un pintor, a poco talento que tuviera, habría sacado tajada de la escena. Por ejemplo pintando “Reunión de forenses en torno de un cadáver”. Parecían un montón de buitres. ¡Eso! Mejor “Un montón de buitres”.
La mesa era un terreno baldío, y el espectáculo de la bandeja arrasada, desolador. Nunca me había sentido tan mal tratado. De la hermosa tarta que tres o cuatro horas antes adornaba la cocina no quedaban más que algunas miserables migajas, apenas los terruños desprendidos de una montaña. Pero aunque de vida efímera, su sabrosa fragancia todavía llenaba la habitación igual que hace el líquido dentro de una botella. ¡Qué bien me ha quedado eso dicho así! Ahora que ya he vivido lo suficiente estoy en condiciones de decir que algunas ilusiones son tan poco consistentes como pompas de jabón. Pero hete aquí que sin embargo, islote en medio del océano, oasis en el desierto, en el plato de Earls Silas descansaba la porción que le sirvieran. Ni siquiera la hurgó con el tenedor. Las láminas de manzana aún lucían superpuestas unas sobre otras como escamas en la coraza de un armadillo.
-Por si te interesa saberlo, la elaboración de una tarta de manzana implica un trabajo ímprobo –eso no se le ha quitado, a mamá todavía le gusta usar palabras atascadas en diccionarios mohosos-. Una tarea reservada sólo a las ocasiones muy especiales. ¿Acaso piensas, jovencito, que todos los días me puedo meter en la cocina?
¡Malditas buenas maneras! ¡A los hombres primitivos no los refrenaba esa manía del refinamiento! Estoy por apostar que de haber observado ellos las mismas estúpidas costumbres, a estas alturas andaríamos tan poco evolucionados como para tener a Blancanieves de presidenta de la nación. De buena gana me hubiera abalanzado sin miramientos sobre el trozo que, como un náufrago aterido por el frío, temblaba en su platillo de porcelana. Porque seguro que temblaba. Ninguno lo percibíamos, pero puedo jurarlo: la casa por fuerza tenía que estar vibrando. ¿Qué cual era la causa? Aquellas hormigoneras que todas sin excepción llevaban sepultadas bajo un manto de grasa; sus estómagos inflados como gaitas irlandesas, puestos a funcionar. ¿Son los perros o los gatos los que barruntan los terremotos? Si cualquiera de esos detectores domésticos estuviera en la sala, se le habrían disparado todas las alarmas.
Cuando mi madre hizo un gesto muy comedido con la mano para que espabilara, fue cuando salí de mis cavilaciones. Puse la jarra en el centro de la mesa, donde mismo quedaban algunos vasos sin usar. También había unos cuantos cacharritos hechos de plástico. Pero un plástico más refinado, menos rugoso que el de esas primeras regaderas que vendían en Brito’s y que según el dependiente estaban llamadas a desbancar a las antiguas, hechas de chapa de cinc, pesadas y feas como dinosaurios. La mayoría de los cacharritos tenían puesta su tapadera, pero en un aparte quedaba esparcido un batiburrillo de tapas y cacharros sin ellas. Había de varios tamaños y distintas formas: cuadrados, rectangulares...
Pero ya digo, el verdadero centro de atención, como un superhéroe que se hubiera avenido a dar una conferencia, era el hombre, ahora de pie. Aunque bien visto, tengo que reconocer que cautivaba el tono de sus palabras, más propio de un mago que pronto fuera a sacar un conejo de la chistera.
-Lo siguiente, señoras, que les voy a mostrar, es la principal de todas las ventajas: el secreto de la conservación.
Tomó una de las cajas y su correspondiente tapadera, y la exhibió al distinguido público congregado que no dejaba de mirar a las dos partes, lo mismo que el que tiene un ojo puesto en el serrucho y el otro en la chica que sobre el escenario está introducida en un ataúd por el que le asoman sólo las extremidades y la cabeza, y a la que van a partir como una rebanada de pan, sin que exhale una queja, y que luego para mayor asombro en vez de en la morgue termina de pie recibiendo las ovaciones. Puso el contenedor en la mesa. Cogió la porción de tarta. En la candidez propia de mi edad pensé que me lo iba a ofrecer, pero el muy canalla lo metió dentro.
-Después voy a taparlo. Les aconsejo que no sean impacientes y esperen dos días para volver a abrirlo. Comprobarán por si mismas que esta exquisita tarta –menudo falso el tío, si ni siquiera sabía cómo sabía, válgame la redundancia- se conserva intacta –sonó una leve ráfaga de aplausos-. Ahora, la señora Brownie Wise, a quien antes ya he tenido el gusto de presentarles, procederá a repartirles una hoja con los datos para dirigir sus pedidos cuando lo deseen. Porque estoy seguro que así lo harán –y su voz adquirió un tono picarón, como si en realidad buscara concertar una cita con alguno de aquellos loritos.
Puso la tapa y a continuación presionó. El “choff” que salió del cacharro al cerrarse hizo que se desatara un tremendo palmoteo. ¡Menuda proeza! Mamá me miraba con la boca apretada y la frente llena de arrugas. ¿Por qué tendría que aplaudir? ¡A mi no me emocionó lo más mínimo! Si tuviera que definir la impresión que me provocó diría, si acaso, que lo encontré gracioso. Me recordaba la salida de una ventosidad apagada, escapada sin fuerza, temerosa de delatar en público la evidencia de su fuga. Es el mismo ruido que yo puedo hacer si me pongo la mano en el sobaco (dejando fuera el pulgar) y aprieto rápido y fuerte el brazo. La diferencia estriba en que cualquier cosa que me metiera en el sobaco terminaría fermentando.


3

-Muchacho, me han dicho que has contribuido enormemente al éxito de este encuentro haciendo las veces de secretario –yo era el último de quien se estaba despidiendo y me tendió su mano que estreché-. Aquí tienes mi tarjeta. A lo mejor un día te puedo devolver el favor –y sonrió dándome un cachete amigable en la mejilla.
Nunca he hablado con nadie de esto, pero muchos días miro y remiro la tarjeta que guardo en mi álbum de recuerdos valiosos: “Earl Silas Tupper. Químico e inventor”, y entonces vuelvo a preguntarme por eso que sigue siendo un misterio para mí, el secreto de la conservación. El tupperware, fiel a su inventor, conserva bien su secreto.

INVITACIÓN A LA LECTURA

Una semana más "La biblioteca imaginaria" (http://www.labibliotecaimaginaria.es) abre sus puertas en horario ininterrumpido, y este mes ha llegado a la nada despreciable cifra de mil y pico visitas. Y yo que decía "Reseñas que nadie nunca leerá"... Esta semana estamos que no cabemos: Eduard Pascual, autor de "Codex 10", cuyo blog con este mismo nombre puedes visitar, Raúl Rubio Millares, Cristina Monteoliva, y yo mismo. Variedad de autores y disparidad geográfica. Nos salimos del circuito, que no de la pista.

viernes, 31 de octubre de 2008

ÍNSULAS

De mañana abandono a mi hijo en la isla desierta de mi afecto: el selvático jardín de infancia donde esquiva las dentelladas que el día quiera perpetrarle con sus caninos, premolares o molares de leche. Es un perro, un cachorro de Paulov, al que le imponen cuándo debe nadar en una abundancia de cacharritos con marcado de seguridad CE que extenderán los vastos dominios de su cociente intelectual. Por la noche huroneo sus movimientos, le doy una pátina de caricias, cosquilleo sus pies buscando el recoveco donde escondió el plano de la risa. Como un Robinson resentido con el mundo antepone sus bracitos de puños cerrados.

MORIR MATANDO

De las muy estrechas relaciones que mi padre mantenía con su corazón, le vinieron los celos al marcapasos.

martes, 28 de octubre de 2008

Lecturas en el Piaf (Antigüo Anais)

El lunes 3 de noviembre, a eso de las 22:00, y dentro del ciclo "De mes en cuando", estoy invitado a leer en el nuevo café Piaf (antigüo Anaïs) que está en calle Buensuceso nº 13. De modo que si queréis por allí nos veremos.

lunes, 27 de octubre de 2008

Esta semana en la Biblioteca Imaginaria

En esta edición me ausento de "La Biblioteca imaginaria" http://www.labibliotecaimaginaria.es/
pero podéis encontrar tres reseñas de Raúl Rubio y Cristina Monteoliva en torno a autores que no se compran en el hipermercado.

viernes, 24 de octubre de 2008

CARTA A LOS PADRES

Con calculado gesto de negociante fingió contrariedad. Pero los implorantes gritos del chaval fueron en realidad la excusa perfecta con que devolver la pluma a su estuche. Durante un buen rato el rector del College había estado rasgando con ella el aire, tendiendo una invisible tela de araña con que cazar un comienzo para la carta. El caballo plateado que culminaba el bastón pacía apoyado contra la mesa, mas él se empecinó en ejecutar una tortuosa coreografía de cojitranco agarrado a cada mueble, en que la pierna lacerada de gota y momificada por las vendas levitaba adelantada en un paso que no acababa de dar. Tener ocupada la mano con el sostén de la vejez le habría impedido erguirse como siempre en su corpulencia añosa, los pulgares enfundados en los bolsillos del chaleco. Así aguardó frente al único ventanal, abierto y gótico, que enmarcaba barrigudas nubes plúmbeas sobre un mar de verde. Pronto la gigantez del conserje apareció abajo empujando un carro peligrosamente escorado a cada paso por el balancear de los cachivaches. De los faldones de su levita, queriendo escalar la chepa del hombretón, venía colgando con ambas manos un muchacho. Con las rodillas araba surcos en la grava del camino. Canales de carne desgarrada bajo los pantalones, que ciertamente habrían de conducir regueros de sangre, a pesar de lo que no proferiría en todo el tiempo más quejido que el de su lastimera rogatoria:
“Eche las ranas al lago si quiere, pero déjeme conservar mi colección de mariposas.. Me ha llevado años. Y los fósiles de trilobite. Se lo suplico”.
El patriarca posó los ojos en uno de aquellos como se llamara que sobre su escritorio le servía de pisapapeles. Exhalando el suspiro profundo de la abnegación, emprendió el camino de regreso a la escritura postergada.

“Espero sepan comprender que la educación es una tarea harto dificultosa en la que a diario dejamos nuestras fuerzas. El cometido de la presente no es alarmarles; más bien dar cumplida cuenta de la promesa a la que en su día me obligué, de mantenerles debidamente informados. La vida diaria de su hijo Charles en este internado fluye dentro de los cauces de la normalidad, aunque siga reincidiendo hasta extremos exasperantes en su desaliño indumentario. No obstante lo anterior, su comportamiento es de recta observancia de las normas de urbanidad con que las gentes civilizadas nos hemos dotado. Es preciso que no les oculte mi sincera preocupación por determinados aspectos de su rendimiento como estudiante. Cada día cruza la puerta de este mi despacho acompañando al mismo profesor. Con toda la humildad de que es capaz y avergonzado declara que, le es imposible no quedarse dormido durante la clase de religión”.
Repasaba los quevedos con el pañuelo y la carta con la vista cuando se percató de que había omitido el tratamiento. Retomando la pluma escribiría en el encabezamiento:
Distinguidos Sr. y Sra. Darwin:

RIESGOS LABORALES

Primero padeció el síndrome del “burn-out”. El jefe de personal de una plantación algodonera llena de esclavos habría palidecido ante la sola idea de tener que administrar tanto mobbing como el que el pirómano tragó en el parque de bomberos.

martes, 21 de octubre de 2008

RESEÑAS QUE NUNCA NADIE LEERÁ

El título desde luego es una broma. Espero que os paséis por "La biblioteca imaginaria" (http://www.labibliotecaimaginaria.es/) para descubrir tres nuevas reseñas, 2 de la amiga Cristina Monteoliva, que es una buena jefa, y no me recrimina aunque aproveche este medio para decirle que todavía no he leído las suyas, y una mía, todas de autores que merece la pena tener en cuenta. Os animamos también a dejar vuestros comentarios.

jueves, 16 de octubre de 2008

IMPOSIBLE MÍMESIS

Leocadio me ha dicho: “Ven, que no te vamos a hacer nada”, y entonces han caído sobre mí como la marabunta para arrebatarme el bocadillo aunque hambre es lo último que tienen, y alguna voz que ya se me hacía irreconocible ha repetido lo de “bajadle los calzoncillos y escupidle, y echadle un puñado de arena”. Por suerte todavía no se sabe de ningún caso con semejante profanación. Salvo las ballenas asesinas que bolean pingüinos por puro entretenimiento, hasta la peor jauría pone límites a la humillación de sus víctimas. Lo han dicho en un documental del Discovery Channel mientras bien camuflado en mi casa, sin abrir la puerta a nadie, esperaba que mamá volviera de fregar interminables escaleras y papá de la obra en la que retuerce hierros sin voluntad.

DÍAS CONTADOS

“Sólo se muere una vez”, dijo el optimista. “Sólo se vive una vez”, respondió el pesimista. Y girando sobre los talones se encañonaron con sus armas de duelo.

Biblioteca

Ya no estamos en tiempos de la escritura cuneiforme, con aquellas planchas de arcilla que se secaban de momento y no te dejaban escribir ni la lista de la compra. Ahora todo son bits, que como decía Nicholas Negroponte no son átomos, no pesan. De modo que en htpp://www.labibliotecaimaginaria.es o lo que es lo mismo "La Biblioteca imaginaria", vas a encontrar tres interesantes novedades editoriales reseñadas por mis amig@s.

viernes, 10 de octubre de 2008

ALGUNOS CONSEJOS SON INÚTILES POR CUÁNTO LA COSA YA NO TIENE REMEDIO

Más le vale no perder su tiempo leyendo esta bobada de microrelato.

ADAM SMITH


Soy el pedigüeño habitual de este barrio tan elegante. Naturalmente no recibo limosna con tal de que no me apoltrone en las mieles de la holganza y todo lo gaste en vino. Pero no todo está perdido para el ser humano: son tan generosos que siempre me ceden sus celulares para que pueda llamar al Teléfono de la Esperanza.

AMOR CIEGO

Soy vidente. Por eso sé que hice bien al no casarme con Margarita ¡A su lado se adivinaba todo negro! Cuando Lucrecia, me resistí a pisar el altar. El porvenir se mostraba borroso, desenfocado. Lo de Susana ha sido un arrebato, si tenemos en cuenta que no le veo el futuro a lo nuestro.

martes, 7 de octubre de 2008

Información y relato

En http://www.labibliotecaimaginaria.es/ ya tenéis tres nuevas reseñas sin encriptamientos, para que cualquier lector las pueda entender y decidir, sobre relato y novela. Espero que las disfrutéis porque nos cuestan lo suyo (más a Cristina que las tiene que colgar y llevar la administración de su web).
Pasear por las páginas virtuales de "En Sentido Figurado" (http://www.ensentidofigurado.com/) es otra de las propuestas que uno no debe dejar pasar si quiere adentrarse en un espacio abierto a cualquier autor de calidad aún sin nombre.

sábado, 4 de octubre de 2008

Dicen que la memoria de los peces no abarca más allá de los 2 segundos

(Esta misma reseña la puedes encontrar en "LA BIBLIOTECA IMAGINARIA" http://www.labibliotecaimaginaria.es/)

El pensamiento mudo de los peces
Lola López Mondéjar
Ed. Páginas de espuma, 2008
145 pp.
14 €
José Cruz Cabrerizo
“El éxito de jugar a ser gente normal”. Con este titular se anunciaba en El País del 15 de abril de 2008 que “Los Sims”, el videojuego en que uno diseña personajes a medida, a sus amistades, la casa que van a habitar, y perfila otros muchos aspectos de esos destinos virtuales, había llegado a la nada desdeñable cifra de cien millones de copias vendidas. Un compañero de trabajo me confiesa que hace un par de navidades compró los Sims 2 para su hijo y que desde entonces el videojuego acumula polvo en una estantería. “Igual es que le gusta que le den las cosas ya hechas; a lo mejor le interesan más los libros, que ya vienen montados como un Lego”, -le respondo, y él se encoge de hombros con una expresión desangelada.
Desconozco cuántos ejemplares llevará vendidos Lola López Mondéjar de este libro de relatos. Lo que sí puedo decir es que por sus cualidades bien merecería alcanzar una cifra importante de lectores. El primero de sus atributos, el modo chejoviano de contar: vidas pequeñas, historias pequeñas. O lo que es lo mismo: gente normal a la que pasan cosas normales, como a los Sims.
La autora ha dejado macerar los veinte relatos que componen el volumen durante la friolera de 11 años, el tiempo que tardó en publicar tres novelas. No es que haya hecho un camino inverso al resto de los escritores (lo natural, dicen, es pasar de la escritura de relatos a la de novela), sino que ambas necesidades, los dos modos de entender la narrativa han convivido con ella todos estos años.
Once velitas son muchas. Este hijo ya lo tiene crecido Lola, y dentro de no muchos años más, si la pobre criatura fuera de carne y hueso en lugar de papel, tendría que enfrentarse a los mismos retos que los protagonistas: patinar sobre el filo de la cuchilla que supone la incertidumbre en torno a la propia imagen que transmitimos a los demás; el temor al ridículo; el miedo al rechazo; el permanente sentimiento judeo-cristiano de culpa que nos asalta fruto de la educación recibida (“Acrílico sobre lienzo”, “Desconfianza”), nuestro bajo umbral de sufrimiento si lo comparamos con el que soportan quienes realmente llevan una vida dura y amenazada (“Uma y Diana”); el daño infringido e irreparable (“Tomy Amador”, y “Mar”). Los protagonistas son gentes que toman el 46 para atravesar la ciudad después de un día de trabajo agotador (“Marta”), o que fichan en una oficina, o que al jubilarse ven cómo sus ingresos minoran, mujeres emocionalmente sometidas a maridos con aires de suficiencia (“Clara”), y eso me gusta, es como si los relatos estuvieran inspirados en un vecino, supuran cercanía.
Respecto de la técnica, del armazón narrativo, la percepción que uno tiene es que muchas veces los editores buscan relatos donde el lector quede boquiabierto con piruetas y contorsiones temáticas o estilísticas a base de disparar con pólvora de rey. Pero créanme, todo eso es puro humo de paja, una lumbre a base de palillos de dientes que no deja huella alguna en el lector, quien a los pocos minutos ha olvidado el relato. Cabría pensar entonces que en este libro, la “normalidad” de los personajes lleva a un encefalograma narrativo plano, y que la autora lo va a compensar con algunos de esos postizos enumerados líneas arriba. Pero por suerte la de Lola López Mondéjar es ante todo una escritura alimenticia, frondosa pero limpia, tanto, que habría que mirar con lupa para encontrar alguna metáfora, son escasas las comparaciones. Su texto está bien planchado (para Alejo Carpentier “el adjetivo es la arruga del texto”), los calificativos son “rara avis”en sus renglones.
El libro tiene muchos más méritos: para armar sus artefactos narrativos, la autora, literalmente, ha arrinconado hojas de instrucciones, desobedecido a gurús, y obviado manuales de autoayuda para escritores en apuros. Primero porque sus títulos no llaman para nada la atención, no recurre al truco de deslumbrar al lector, y las más de las veces la narración recibe el nombre del o la protagonista. Otros textos han renegado del primer mandamiento de todo mentiroso que se precie: la frase que abre el relato debe enganchar al lector porque en el inicio es donde un relato se la juega. Y eso ella lo sabrá mejor que nadie, no me cabe duda, pero lean cómo manda a paseo la aritmética de la escritura para abrir “La tristeza del naranjo”: Hacía tiempo que venía notando lo que sucedía, pero se resistía a admitir que fuese cierto. O la primera frase de “Lluvia”. Unos inicios anodinos, que para nada anuncian el relato maravilloso que nos vamos a encontrar.
En su banco de trabajo arrincona las herramientas romas, y prueba otras con pulso firme, por ejemplo el recurso a la referencia cinematográfica: en “Ley de Costas”, “El pensamiento mudo de los peces”, “Pensamiento de amor”, “Nella”, “Cumpleaños feliz”, nos cita simplemente el título de una película y con ese pequeño comprimido nos da más información, nos sitúa más adecuadamente en el escenario o en la acción, que con cien explicaciones. Aunque lo que más llama la atención es el uso inteligente de lo que podríamos denominar “marcador emocional”: p. 23, “Formamos rebaños inmensos con idénticos gustos y aficiones, y tanto a Mayte como a mí nos complacía separarnos de los demás para conservar ese pequeño espacio en el que nuestro ego se regodea con la absurda creencia en su singularidad.” Un marcador emocional no es una transgresión reflexiva del narrador, sino una llamada a la enciclopedia personal del lector que le hace entrar en el entorno emocional de la acción al sentirse identificado (nada de que Dios lo agarre a uno confesado; que la autora, renombrada psicoterapeuta, me corrija o me acoja en su consulta por estas elucubraciones).
Respecto de los personajes Lola López Mondejar los quiere como Chéjov a los suyos, o como Carver (este los quería más a su manera, claro está). ¿Me pide que le dé un ejemplo? Lea “Tomy Amador”, y luego “Mar”. Ya adelantábamos algo al principio: sus criaturas tienen un presente soportable, normal, o de diario, por el que de pronto se atraviesa unas circunstancias, un suceso, o un consejo, que les hace pararse a pensar y ya algo les bulla dentro. Son como vuelos que de pronto empiezan a tener turbulencias. El pasajero sopesa los pros y los contras de tirarse en paracaídas o de aguantar las incomodidad temporal de los baches aéreos y finalmente decide aguantar el tirón, como ocurre en “El pensamiento mudo de los peces”, (a mi entender un guiño contra los libros de autoayuda), “Cumpleaños feliz”, y el más significativo de esta tendencia, “Resignación”. Pero la variedad formal es amplia y va desde el humor negro (“Nella”) y humor negro con tintes fantásticos (“Sylvie”), hasta el tierno relato que trata de una china en París y tiene una estructura de cuento chino (final abrupto, una especie de trozo de una narración). Me refiero a “Wuó”.
No quisiera dejar de resaltar que aunque estos relatos carecen de un nudo en el sentido estricto y la trama es interna a los personajes, todos los detalles están cuidados al máximo. Con esto que voy a decir corro peligro de destripar el relato, pero si tiene oportunidad no deje de examinar con detenimiento “Ley de Costas” (si me preguntan, uno de los mejores) y su final inesperado. Imposible mayores dosis de verosimilitud y credibilidad, no hay cabos sueltos, y sin embargo parece que en el final el primero de esos conceptos desbarrara un poco. Después de días pensando he llegado a la conclusión de que la verosimilitud no se desinfla: el narrador nos está engañando, se guarda información. Un buen ejemplo de que nuestros recuerdos perduran más allá de los dos o tres segundos que aguantan en la cabeza de un pez, y una buena muestra de que este libro no lo olvidará tan fácilmente.

Benferri convoca su IX Concurso Literario

No soy demasiado amigo de concursos, pero si miráis las bases veréis que el modo de selección de los trabajos puede ser bastante más riguroso que el de los jurados convencionales. ¡Ánimo!

Por si fuera de su interés o quisieran ayudarnos a difundir la noticia, les participo que:

El Ayuntamiento de Benferri convoca su IX Concurso Literario, con 4 ediciones anuales, en pro de la solidaridad con el menor.
Las bases están en la web
http://www.benferri-literaturaycompromiso.com/

Agradeciendo su atención, con un cordial saludo,

Luis Vicente Mateo
(Alcalde de Benferri)

viernes, 3 de octubre de 2008

VESTIDA DE AZUL

Querido diario:
Hoy me pasé castigada desde la mañana. Mamá me ha vuelto a decir lo de “muñequita mía, no fantasees”. Que es mentira lo de Barbie Palm Springs y muñeca Chochona tirándose de los pelos en la madrugada por el chulapo que recuerda Madrid encima del televisor, y dejando la habitación hecha unos zorros. Las dos se empeñan en ser destinatarias de lo que canta cuando alguna visita le saca de la boca el porroncito de vino, eso de “Voy a hacerte emperatriz de Lavapiés”.
Lo único que me consuela en esta asquerosa vida plastificada es saber que ninguna de las dos, ni cualquiera otra de la casa, se ha fijado en el soldadito de Tierra del C. I. R. 10 de Zaragoza que sopla la corneta. Colgado de una alcayata, sus ojos vidriosos me siguen por todo el salón.

TOTUS TUUS

La iglesia está en una de las encrucijadas más céntricas. El conductor de la funeraria del pueblo aguarda en la puerta el final del oficio religioso. Saluda a algunos coches. Si a los conocidos que van al volante no les urgiera una prisa semafórica, verían en su cara la sonrisa colmada de un Polifemo que recontara sus ovejas, la íntima satisfacción de un dios menor.

martes, 30 de septiembre de 2008

Una biblioteca que ocupa poco

La Biblioteca imaginaria (http://www.labibliotecaimaginaria.es) sólo ocupa bits. Otra nueva actualización con excelentes reseñas de Cristina Monteoliva y Raúl Rubio Millares. Yo por el momento no tengo tiempo ni de asomar por la puerta tan siquiera ni para leer sus críticas, de ahí que esta nota sea tan supersónica.

viernes, 26 de septiembre de 2008

AMBICIÓN DESMEDIDA

En el spam aparecía el dibujo de un querubín orlado por el mensaje: “Este es el ángel del dinero. Pásalo a seis de tus mejores amigos y serás rico en cuatro días. No es una broma, si lo borras lo lamentarás”. Lo recibió de seis remitentes distintos, a los que devolvió el mismo correo, y los siete se pasean ahora por Galilea en deportivos descapotables, con las pechugonas clónicas que conocieron en “El becerro de oro”.
-Ya solo quedabais cinco, y el mensaje decía seis –hablaba alto, para ser escuchado al otro lado de la puerta de los aseos, que se cimbreaba ante la furiosa acometida de esos cinco cuerpos embravecidos.
-¡Haber pensado en el jefe! ¡Con él ya sumamos seis! –vocearon los otros.
Judas, en una estratégica maniobra de distracción, les lanzó por la rendija de la puerta una bolsa con treinta monedas.

ACTO REFLEJO

Al pasar junto al espejo he visto la figura contrahecha de mi padre, los brazos arqueados, la oquedad de sus sobacos prensiles como tenazas cuando yo le arremetía con las cosquillas. Él como que no las siente y escarbo con mis manos más adentro, espantado por la idea de que a su edad perderé la risa.
Tras el espejo se llega al salón donde mi hijo me asalta para hacerme cosquillas. Tengo brazos arqueados. Los abro en cruz sobre la alfombra. Me presiona el pecho con sus años, pero eso no tapona la hemorragia de tristeza, el severo shock séptico de incertidumbre hospitalaria que me acomete. Finjo borbotones de risa.

viernes, 19 de septiembre de 2008

ENTRE LAS DOS ORILLAS

Artículo publicado en “Periferia Libros”, cuaderno de cultura del diario La Opinión de Granada. Edición sábado 5 de abril de 2008.

Entre las 2 orillas: literatura marroquí en lengua española
Edición de Carmelo Pérez Beltrán.
Editorial Universidad de Granada, 2007
264 pp.
15 €

José Cruz Cabrerizo.-
En el tema de la escritura marroquí en español, hasta donde uno puede otear el horizonte descubre no dos, sino tres orillas:
La primera es la de los que niegan que haya una literatura marroquí escrita en español (e incluso en francés) porque no existe un enraizamiento en esa tierra de dichas literaturas, tampoco historia, tradición, y les niega cualquier posibilidad de futuro por su interés neocolonial, y la falta de lectores en un país en que la principal preocupación es el día a día. El lector interesado debería ver Dris Jebrouni, “La falacia de la literatura marroquí en castellano”, Marruecos digital del 21 de septiembre de 2006 (previamente aparecido en el diario en español de Casablanca “La Mañana”, marzo de 1997), que se centra en analizar “La antología de la literatura marroquí en castellano” de la Editorial Magalia, del año 1995.
La segunda es la de la historiadora Mª Rosa de Madariaga. También en Marruecos Digital se puede ver “¿Existe una élite hispanohablante en Marruecos?”. Desdice lo escrito por Jebrouni para señalarnos que gracias a las políticas del colonialismo y del postcolonialismo francés sí hay élites francófonas en Marruecos que han resultado en una muy buena nómina de escritores marroquíes en francés. España ha hecho lo contrario de Francia y por eso los escritores marroquíes que se expresan en español “lo hacen en un español “para andar por casa”, como se dice vulgarmente, pero cometen en la lengua escrita faltas garrafales, no ya sólo en la construcción sintáctica, sino incluso en la ortografía. Se trata de un español aprendido “en la calle”, y no en la escuela desde la primaria”. Al menos no esconde su esperanza en el futuro: la verdadera generación de escritores marroquíes en español vendrá de la mano de los inmigrantes que lleguen a España.
La tercera orilla es la de los propios escritores marroquíes en español. Otra vez en Marruecos Digital, Mohamed Lahchiri hace oír su voz en “Sobre literatura marroquí en castellano”. Un discurso que clama contra los excesos de Mª Rosa de Madariaga, pero que admite (como no podía ser de otra forma) que hay escritores mejores y peores, y que muchos de los peores (como no podía ser de otra forma) han sido encumbrados por la oficialidad cultural.
Pero dejemos al lector que se forme una opinión. Y para ello lo primero es no saltarse el interesante prólogo de Carmelo Pérez Beltrán y el estudio introductorio y divulgativo de Abdellatif Limami.
Y dejando atrás esas disquisiciones cruzadas cabe preguntarse si podría servirnos la lengua y su derivado escrito, la literatura, para tender puentes entre, no las tres, sino las dos orillas separadas por el Estrecho, superar esos prejuicios y estereotipos de los que habla el prologuista y editor literario. No cabe duda que los escritores marroquíes en español, de calidad o pésimos, contenidos en esta o en otras antologías o no recogidos en ninguna, mantienen una relación sentimental, aman nuestra lengua común y ven en ella una herramienta para el entendimiento de dos vecinos tan cercanos y tan lejanos. Haríamos bien en adoptar lo que propone Mohamed Lemrini El Ouahhabi: “No nos faltan ganas de expresarnos en este idioma y eso, para muchos de nosotros es un gran esfuerzo que alguien tiene que valorar muy positivamente”.
“Entre las dos orillas: literatura marroquí en lengua española”, recoge la nómina de autores que vamos a citar completa sin que importe su mayor o menor visibilidad literaria: se trata de Mohamed Chakor, Mohamed Bouisef-Rekab, Mohamed Akalay, Mohamed Lahchiri, Rachida Gharrafi, Ahmed Oubali, Ahmed Mohamed Mgara, Larbi El Harti, y (algo que no se comprende muy bien en un libro de relatos) un poeta en calidad de tal: Adbedarrahman El Fathi.
Una ventaja estratégica muy importante de este volumen es que se incluyen tres referencias de cada uno de los nueve autores. Estamos acostumbrados a antologías de un solo relato por persona y eso a veces hace perder perspectiva, por cuanto el escritor se la juega a una sola carta. De entre todos los títulos que contiene esta edición, hay autores de los que sólo les salvaría un relato (ténganse en cuenta los parámetros personales y subjetivos de esta afirmación). En mi caso habrían resultado escritores “deficientes” si no me hubiera topado con el relato “perfecto”.
El tema de la inmigración es transversal a un gran parte de las narraciones . “Las dos orillas” de Mohamed Chakor es un sencillo y bien conseguido cuento “antropológico” en que una orilla reprocha a la otra el haberse olvidado de su pasado. La inmigración es factor determinante en la vida de muchos de los personajes: mujeres que cruzan el Estrecho con éxito y son pasto de la explotación sexual de sus propios compatriotas (valiente y digno de destacar, no toda la culpa es de los otros, “Promesas”, de Mohamed Akalay con un bien construido monólogo interior). También sufren su triple condición de mujeres, pobres, e inmigrantes las protagonistas de “El sacrificio de los corderos” de Rachida Gharrafi, desgraciadamente la única escritora recogida y uno de mis descubrimientos más gustosos. Hombres que mueren en el intento y que tienen que seguir viviendo en forma de cartas que engañen al hijo que dejaron en Marruecos (“Cartas al Estrecho”, de Rachida Gharrafi, de una exquisita sensibilidad, que no sensiblería lacrimógena). No falta algún relato negro, “Chivos expiatorios” de Ahmed Oubali, que cojea un poco en el léxico, es como si hubiera tenido que recurrir a traducir diccionario en mano, las palabras son poco apropiadas al entorno, pero la trama es inmejorable y muy bien conseguida y suple la deficiencia anterior (entiéndase que esto no se extiende a todo el relato, sino que salpica nueve o diez oraciones en un relato de nada menos que doce páginas). Relatos que nos arrancan una sonrisa con gracia inteligente (“Encuentros en el Feddan”, de Ahmed Mohamed Mgara). También la miseria queda bien retratada (muy gustoso leer “Precoces” Mohamed Bouiseff Rekab con su “Candidez oculta” o el espejismo de un paraíso que nubla las conciencias de muchos marroquíes. Larbi El Harti (“El rumor al poder”) es uno de los que demuestran más dominio de la lengua, en el Marruecos profundo y traza una historia entretenida sobre las exageraciones que provoca la rumorología. Junto con este último destacar por su desparpajo y oralidad, por la capacidad de suscitar la pregunta de si la historia se basará o no en la experiencia personal, a Mohamed Lahchiri, que presenta tres cuentos extraídos de su libro “Una tumbita en Sidi Embarek y otros relatos ceutíes”. Citaré “Moras pisoteadas”, que apunta con el dedo a los de dentro, los malos no solo son los países extranjeros.
Lahchiri nos sirve para ejemplificar las exageraciones y generalizaciones en torno a la escritura marroquí en español. Autor de calidad contrastada, se han llegado a decir cosas peregrinas (me figuro que por extensión también de otros autores), como que sus relatos son populistas y de un costumbrismo que bien aprovechado provoca la nostalgia entre los ceutíes. Quien quiera puede pedir mi partida literal de nacimiento para comprobar que no nací en Ceuta, pero sus cuentos de “Una tumbita en Sidi Embarek y otros relatos ceutíes”, me produjeron el íntimo placer de enfrentarme a historias con corazón, con vidas que fluyen, con sentimientos, tal como muchas de las creaciones de “Entre las dos orillas…”
Estoy seguro de que los relatos que no han sido de mi agrado pueden ser plato de gusto para cualquier otro lector, y que de cada autor hallarán al menos un ejemplo que les guste. Mi agradecimiento a estos constructores de puentes que enfrentan tantas dificultades como “Los constructores de puentes” de Ripley.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Mucha imaginaria (no de las que se hacían en la mili)

Como cada miércoles, "La biblioteca imaginaria" os ofrece reseñas sobre novedades en narrativa.
Que lo disfrutéis.

domingo, 14 de septiembre de 2008

PURGACIÓN/EXPURGACIÓN

La escritora fracasada no sufría de bulimia. Sólo se provocaba el vómito los días que en el menú entraba la sopa de letras.

CUADERNO DE CAMPO DE UN EVOLUCIONISTA ESCRUPULOSO

Se trataba de una cucaracha rubia, de costa, frecuente en los paseos marítimos. Un espécimen de los que usan sus élitros y tienen exoesqueleto blando. Todo lo contrario a sus primas de tierra adentro, de un color fúnebre, sedentarias como oficinistas, acorazadas… La he pisado. Por un momento me remordió si durante algún milisegundo habrá sentido dolor. Tenía el Cucal de Cruz Verde en una mano, ortópteros reinas de un planeta en putrefacción durante el Carbonífero. Me ha parecido una mezquindad que el spray la persiga hasta su lóculo.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Biblioteca imaginaria

La amiga Cristina Monteoliva sigue piedra a piedra con la biblioteca. Esta semana sus reseñas y las mías, que intentan ser tan buenas como las de ella. No os lo perdáis.

EL ASESINO DEL PATIO DE BUTACAS

La intuición de T. fue decisiva para el desenlace de algunos casos. De no ser por él aún seguiría planeando sobre nuestro quehacer la sensación amenazante e insípida de lo irresoluto. Siempre postuló, con fe ciega e inquebrantable, el principio de que el criminal regresa al escenario del asesinato. Podía ser con intención de borrar su firma, para conjurar la culpabilidad que lo acecha, o regodearse en la secuencia del acto.
Esa, la vuelta al escenario del crimen, es una teoría que a todas luces ha demostrado no ser axiomática, y por tanto le valió también algunos fracasos. Sin ir más lejos baste citar el ejemplo de Nino Letti, en su día afamado actor y empresario teatral cuya oposición al derrumbe de su local bajo el peso de la picota especulativa fue de lo más comentada.
Las cuentas del teatro de Nino Letti no presentaban un buen aspecto, así que en la coyuntura algún pajarraco se lo sopla a otro pájaro de cuentas que despliega unos planos sobre la mesa de Letti:
-En lo que ocupa la planta de su teatro vamos a erigir un nuevo espacio escénico. La tramoya es un poco más consistente: hormigón, acero, ladrillos, cristal... Un conglomerado de apartamentos estratificados donde cabrán más personas que creen representar su vida. Ya sabe aquello de Shakespeare “Todo el mundo es teatro y los hombres y mujeres no son más que histriones que bla, bla, bla”.

Al final el único muerto de la obra resultó ser el arquitecto. Un escalímetro metálico que pretendiera medir la grasa bajo la epidermis le penetraba el estómago.
Letti se había esfumado como la neblina al calor del sol, y por supuesto no volvió para pisar las tablas. Alguien de dentro, quizá desde la concha del apuntador, debió soplarle que no saliera a escena. En la policía estábamos dispuestos a hacerle cantar con métodos más contundentes que el de Stanislawsky.

jueves, 28 de agosto de 2008

EL AMOR ES COMO LAS POMPAS DE JABÓN

Muchos opinan que en la trascendental decisión de la mujer más marrana del mundo prevaleció la fuerza de la costumbre. Pero juzgue usted el caso bajo su óptica: poco antes de la boda rompía su compromiso con el único hombre al que amó, un representante de la casa Lagarto. Le dejó en su buzón esta nota: “No sé si lo tuyo es amor, un reto, o simple publicidad. Lo siento, pero no soporto lo que te traes entre manos”.

Siguen las actualizaciones en La Biblioteca Imaginaria

Ahora mismo me acabo de acordar que no dí noticia de la anterior actualización en La Biblioteca Imaginaria. Parecería que no lo dije porque no se incluye ninguna reseña mía pero fue simple despiste. De todas formas podéis consultar la anterior actualización y la de esta semana en:
http://www.labibliotecaimaginaria.es/.

sábado, 23 de agosto de 2008

UN TRAUMA INFANTIL

-¡Lunático, otra vez con el cuento de que ves aviones! Por eso has ido volando a buscar la botella.
Él no soportaba la gravedad de los insultos. Tan ebrio que era incapaz de aguantar la vertical, se tumbaba y expandía su masa. Durante la transitoria felicidad enajenada balbucía vocablos en una lengua arcana. Recuerdo algunos, que más o menos sonaban así: Cabo Cañaveral, soviéticos, carrera espacial, colector solar... Mamá y yo nos mirábamos despavoridos. Una vez recuperado era aún peor porque, como si respirasen metano, la mínima chispa los hacía explotar. Hervían en refriegas conyugales. Entonces me retiraba a mi compartimiento. Lo de liquidar trillones de humanos con la videoconsola me despresurizaba. Lunático, mi padre, siempre venía a pedir perdón, pero a pesar de nuestros ruegos jamás renunció a los dictados de una mente debilitada que le hacía ver terrícolas saltando por la superficie de nuestro planeta.

PALO DADO NI DIOS LO QUITA

Me hago de venático, dicen. Nomás es que me cambió el mundo cuando me dieron plomo en la chola el día de la balacera y no me creen que dellos sólo recuerde al gordinflas. Nada sé de dineros y cada vez dale ¡caifás con la mosca! Yo, ¡iros a bañar! Voy que se me queman las calabazas: la golpiza destos móndrigos de la penitenciaría también venga darme chingadazos en la mollera, toda llena de chipotes me la quedaron, bien seguro trajo la bala más cerca de los sesos. A ellos les hubiera gustado darme pumba también, mas tuvieron que contentarse con aporrear el blindado cristal que no me ha quitado vista para mirar cómo hicieron señal a mi guardián de detrás. Él me conduce por corredores desiertos hasta un patio donde me ha dicho ya ves lo que pasa por sentirse la divina garza, que esos ya no quitan el dedo del renglón, corre pallá. Recién me vino al recuerdo Rosarito. Meses que tengo aquí y no aparecerse. Me lo pidió y fuimos al cinematógrafo. Miramos Profundo carmesí. Raro también, me acuerdo del final del film cuando les dicen andaros pallá adelante, y digo no me voy a achicharronar, pendejo, aquí me das pá abajo por que caja que tuvo alcanfor algo le queda de olor y señalo el agujero en mi cabeza con tal de que ahí nomás apunte el cañón de su pistola y no yerre el disparo. Que un clavo saca otro clavo.

Microrelato finalista en el V Concurso de Microrelatos Feria del Libro de Granada, 2006.

jueves, 14 de agosto de 2008

REENCUENTRO CON LA NIEVE

Ardo en deseos de recogerte de la escuela, y por eso me excuso con lo de la nieve. Te divertías en el patio, tus manitas de muñeca modelando la barriga contenta, navideña, de un Buda feliz.
Se me antoja una bata de enfermera esta blancura de sábana lavada a base de detergente con supertensoactivos. Por eso antes tengo que pasar por la consulta del hombre del tiempo. Quiero preguntarle si este es el invierno en que el frío se me va a instalar en los huesos de por vida. Y si me sucede lo del patinador sorpresa, los resbalones traumáticos, apúntame con el vaho de tu risa, que el calor de tu aliento me desentumezca los recuerdos. He de recuperar, por ejemplo, aquella memoria de la madrugada nevosa que trajo a mi padre el aviso urgente del suyo muerto. Y, ¿por qué no? También mi infracción de nieto que no observa el luto, la temeridad olvidadiza del que a la mañana siguiente se afana en perseguir y aporrear amigos a bolazos... Mi madre desconoce la pericia de los pilotos uniformados, el buen ojo de los controladores aéreos, y por eso desgrana las cuentas de su rosario del “pobrecillo la primera vez que coge un avión y que sea por esta desgracia tan grande mira que si la pasa algo por esas alturas de dios por culpa de la nevada”.
La nieve ha tardado en volver. Será por eso que me pilla con el paso cambiado y ahora no se me ocurren más que fracturas, hombros dislocados, brechas en la cabeza… Tampoco me cae ya en el mismo barrio, ni el pasajero por el que mi madre tanto temió aquella madrugada puede acariciar esta caspa de angelotes. La vida debe cumplir su promesa natural, debo ser yo el primero en dejar de ver la nieve crecer, y por eso le rezo, cuando duermes, a los mapas del tiempo.
Me has dicho: “la nieve no está tan fría como creía”. Me río de tu pareado. Eludo mi discurso sobre el punto de congelación del agua a la presión normal de una atmósfera. Para eso le pagan a los maestros, que te lo expliquen ellos, con sus libros ilustrados. Es demasiado pronto para que descubras que es hielo la costra que me endurece los sentimientos.

lunes, 11 de agosto de 2008

ES LEY DE VIDA


Guiado por la primera ley de la robótica el autómata impidió al suicida llevar a cabo su propósito. El hombre, sabedor de la segunda ley de la robótica asesinó al robot, quien en base a la tercera ley de la robótica no había intentado defenderse. Al tratar de disparar ahora sobre sí mismo, el humano comprobó con estupor que había incrustado su última bala en el cerebro positrónico de su compañero de desventuras.

miércoles, 6 de agosto de 2008

AMISTADES PELIGROSAS


-No me valen sus excusas, ya lo sabe. Supera la tasa de alcohol en sangre y tengo que inmovilizarle el vehículo. Métase en la parte de atrás de la furgoneta, sin tocar nada, que ya mismo amanece.
Obedeció al sargento, que no paraba de hacer esparajismos sacando coches al arcén, y una vez más maldijo entre dientes su propensión a los botellones, a los after y a los puticlubs; a todas las tentaciones de la noche. El agente Garcinuñez, que lo reconoció en la penumbra, lo saludaba con el debido rigor llevándose la mano a la visera. Esbozaba esa media sonrisa del que se encuentra al amigo descarriado. Y entonces Nosferatu se prometió que la próxima vez sólo acudiría a lugares donde reinara gente de orden.

A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO

El sacerdote ha vuelto a hacerlo; la pulsión es más fuerte. Por eso ha colocado el espejo dentro del confesionario. Tapona las fisuras de su conciencia mediante el discutido mecanismo óptico de la autoabsolución.

martes, 5 de agosto de 2008

Actualizaciones en "La Biblioteca imaginaria"

La interesante página web de novedades y recomendaciones literarias "La biblioteca imaginaria", que mantiene Cristina Monteoliva, se actualiza con nuevos contenidos y reseñas de libros. Puedes verlo en http://www.labibliotecaimaginaria.es.

lunes, 4 de agosto de 2008

LENTA ES LA NOCHE


“Podría pasarme la vida bailando mambo”, me dijo. Y al verla saltar, Freddy y los guatequeros atacaron “La niña Popoff” con un tempo loco, como de locomotora. Ya no había pista de baile sino un tatami, una gallera sin alambrada, pollitos con su navaja bien plegadita en el calcetín cerrando el círculo en torno a la mandinga de piernas de color cacao.
Cuando uno se envejece micciona al día siguiente el trago del anterior. De modo que no es de extrañar que todavía me resonara en la cabeza aquello que habían hecho sonar “a la guayaba madura se le quita la pepita, el hombre cuando es celoso no busca mujer bonita”. Los viejos se tornan susceptibles. Pasé los labios por el borde de la copa, allí donde los suyos habían movido el azúcar de remolacha enrojecida de granadina y carmín, un dulce borrón, y cerré los ojos. Al abrirlos, el cocolo agitaba la coctelera detrás de la barra, mirándome con una lástima de hijo. Susceptibles y excéntricos. Puse el billete encima de su copa. “El resto del guano se lo das para un taxi”.

MY WAY


En el mismo momento en que Radovan Karadjik reclamó en La Haya que no iba a tener un juicio justo, los sismógrafos de medio mundo detectaron una agitación telúrica. El motivo, un choque tectónico cuando miles de cadáveres se revolvieron en sus fosas comunes.

viernes, 1 de agosto de 2008

1 de agosto en Ciudad Rodríguez

De todas las ciudades soñadas quizá Ciudad Rodríguez, auténtico limbo viril, sea la que más transite los circuitos neuronales de los hombres. Y ello aunque allí, amplificada su magnitud por la soledad, acontezcan por doquier invalidantes mínimos accidentes domésticos con que ellos rellenan su parte diario, la hoja de servicios manchada de ketchup. A saber: un intento de apagar con agua el aceite que prendió en la sartén, la saja pequeña pero profunda que deja tatuado el recuerdo de una lata de conservas dura de abrir, la buchada de leche agria, el tarro del azúcar vacío, los zapatos que no desvelan su naturaleza de interfectos por el polvo hasta llegar al portal, el manual de instrucciones de una lavadora que cobra el valor de un incunable... Si alguien nos preguntara qué no es Ciudad Rodriguez diríamos que no es un gueto vecinal, ni un campo de concentración familiar, ni una sala de torturas conyugal. Porque en Ciudad Rodriguez no hay que obligar a los niños a terminarse el plato ni a cepillarse los dientes ni saltar semáforos rojos en pos de una actividad extraescolar. Por la hierba de los parques no retozan más que parejas de recién enamorados. Hay orden de alejamiento contra los niños, que en un área acotada de vacaciones perpetuas crecen con sus complejos, fuertes y sanos junto a sus madres. Lo que no significa que Ciudad Rodríguez sea una ciudad misógina, qué va, si en algo están de acuerdo sus conciudadanos es en la necesidad de respetar escrupulosamente la paridad con respecto a la jóvenes mujeres, porque aquí la cosa siempre funciona como un enlace covalente, en el que la química comparte pares de electrones. Aunque en Ciudad Rodríguez lo de la ciencia no lo llevan tan al día, tan a rajatabla que diríamos. Los adelantos llegan con retraso: hace tiempo que los científicos tomaron el listín telefónico como su particular Citation Index. Lo abren por la A de Anita, simplemente por método, porque son así de sistemáticos. Daría igual la E de Elena o la Z de Zoila, porque a la única y gran pregunta (los hombres son parcos en el hablar en Ciudad Rodríguez) todas responden “sí, estoy libre”. Y los taxistas, únicos en el mundo que siempre están de buen humor y no conocen las calles, atienden las indicaciones del paquete como si de un instructor de vuelo se tratara. Aunque uno no debe extrañarse por sus frenazos repentinos, de que de pronto suelten una mano del volante y tapen las fotografías tamaño carnet orladas en el soportotito del salpicadero con el "No corras papá" escrito debajo, para soltarle con franca desenvoltura a la chica: "Sube que te llevo". Ni de que la muchacha acepte su invitación.
De todas las ciudades soñadas por el hombre quizá sea Ciudad Rodríguez la más transitada por los hombres, o la que más transiste sus circuitos neuronales.

PANGEA


Las chinitas no apartan sus ojos rectilíneos del semáforo. Mientras vigilan al hombrecillo que vira del rojo al verde, walk don’t walk, buscan la sombra del edificio. Tienen un miedo de piel lechosa al dragón del sol, y le esconden la mirada tras gafas falsificadas que venden en su tienda, la cueva del Alí Babá de la baratija y el menaje asiático. La más joven, la que siempre se esfuerza en rotular los precios en una caligrafía que le es extraña y aprieta los labios mientras escribe, mira carteles, sopa de letras, ella siempre en lo suyo.
A la búlgara le pedí que me pusiera sobre el papel su nombre en cirílico, después de regalarme el icono con aquel Jesucristo bizantino de pecho abierto que ahora vigila su corazón ahogado en formol. Espero que la que aprieta los labios entienda cuando se lo pida:
-¿Cómo te llamas?... Escríbemelo aquí… ¿Dónde tenéis los tupperwares?... Es para guardar tu corazoncito duro como el bambú. Debajo del tupper y cerca de esta figurita de buda feliz que me llevo también, tu nombre.