Esta entrada no literaria, pero el otro día leía en el periódico municipal de Armilla que van a crear una unidad de integración (o como le llamen) para niños autistas en un colegio de aquí, de la localidad. Por esa misma fecha la amiga Anabel Conargo se quejaba con más amargura que rabia de los problemas que su hijo Erik sufre empieza a sufrir en su guardería en la ciudad alemana de Hamburgo. ¿Dentro de unos años, alguna madre de hijo/a autista de Armilla pondrá por escrito su dolor por el trato que otros padres dispensan a su hijo? Todavía se me ponen los pelos de punta cuando me acuerdo de los testimonios de Birger Sellin (autista alemán) recogidos en su libro "Yo, desertor de una raza de autistas". Todo el mundo debería leerlo para darse cuenta del sufrimiento que estas personas pueden llegar a experimentar. Si no tienes posibilidad, mientras tanto puedes leer la queja (más amarga que rabiosa) de anabel a la que mando un abrazo de ánimo desde estas líneas.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
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2 comentarios:
El camino no es esconderse para no sufrir, creo que justamente es al contrario, hay que abrir las mentes y la única manera es conociendo a los niños. Si consiguieramos colegios realmente inclusivos, los niños crecerían junto a niños con otras capacidades, si esto fuera la "normalidad" nadie se extrañaría y estos acosos serían menores. Anabel lucha a diario por difundir una visión positiva del autismo y creo que ese sí es el camino, aunque si conoces el caso de Anabel ya sabes que no es un camino fácil.
Gracias a la luchas de tantas personas se abre camino para muchas cosas.. Un saludo
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