Al hacker solo lo sustraían de su impulso suicida el miedo a no ir al cielo y el miedo a dar con su saco de huesos en el cementerio civil, purgar en una mera parcela administrativa sin gloria y con pena.
¡Todo sería tan distinto si un algo se interpusiera entre yo y la muerte, una interface gracias a la cual yo no fuera el agente de mi propio fin! Tal vez un sicario (aunque antes tendríamos que forcejear, sería necesario que defendiera mi vida para que efectivamente fuera un crimen y no un encargo. Una bacteria hospitalaria, incluso el fuego amigo en Bagdad…
Las soluciones siempre se empeñan en esconderse en los alrededores del problema. Tanto es así que tardó bastante tiempo en darse cuenta de que la herramienta estaba en su mano: El hacker que buscaba la muerte infringida por un agente exterior utilizó un sistema experto. Caso “Decidir si el mundo es un lugar viable”, una base de conocimiento alimentada con la historia mundial.
Si la respuesta fuera negativa, los sistemas antimisiles obedecerían confiados las triquiñuelas de su software hermano. Algo así como lo que ha ocurrido hace unos momentos. Ahora mismo, en alguna coordenada espacial se cruzan cabezas nucleares que matarán al suicida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario