Soy el pedigüeño habitual de este barrio tan elegante. Naturalmente no recibo limosna con tal de que no me apoltrone en las mieles de la holganza y todo lo gaste en vino. Pero no todo está perdido para el ser humano: son tan generosos que siempre me ceden sus celulares para que pueda llamar al Teléfono de la Esperanza.
viernes, 10 de octubre de 2008
ADAM SMITH
Soy el pedigüeño habitual de este barrio tan elegante. Naturalmente no recibo limosna con tal de que no me apoltrone en las mieles de la holganza y todo lo gaste en vino. Pero no todo está perdido para el ser humano: son tan generosos que siempre me ceden sus celulares para que pueda llamar al Teléfono de la Esperanza.
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