martes, 28 de julio de 2009

HOTEL Y DOMICILIO. DISCRECIÓN. SATISFACCIÓN ASEGURADA PARA TUS MUERTOS

Yo tuve suerte porque me tocó un japonés de la yakuza. Aunque casi no lo cuento. O sea, que a estas alturas podríamos no estar hablando usted y yo si no fuera porque con mi impaciencia precipité los acontecimientos. Con tanto respeto, ceremonial y pomposidad, todavía íbamos a estar dale que te pego, como si de una ceremonia del té se tratara. Fue tan delicado que hasta me pidió una almohada para silenciar y no despertar a los vecinos. Y luego con una bayeta superabsorbente limpió toda la sangre y los refregones de sus dedos. Me dejó la habitación inmaculada, como si allí no hubiera pasado nada. Ahora que puedo hablar con franqueza me voy a explayar. Ya de cualquier modo, nada de lo que diga podrá ser utilizado en mi contra... Mi expediente está cerrado y el dios jefe todopoderoso lo tiene sobre su mesa. Lo que iba a contarle. Que podría haber sido peor: El sinaloense parece que viene montado en un caballo cantando el chacarrón con uno de sus guitarrones, y aquello hubiera acabado en escándalo. Ya me figuro la algarabía en medio del pam pam pam: “¡Toma balacera!”, y “¡Viva la pelona!” a voz en cuello. Y no quiero pensar en un colombiano: te tutean, ni el mínimo respeto mientras despachan al futuro fiambre, y pasando por encima de tu cuerpo todavía caliente tampoco tienen empacho en revolverte la nevera. Pero lo peor de todo es que me hubiera tocado en suerte un español. Son una mezcla de visitadora de Avon, comercial de telefonía, y especulador inmobiliario: llegan tarde y a deshoras, te engatusan con una zarandaja, liquidan el asunto de cualquier manera, y encima lo dejan todo hecho una porquería.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo siento, pero es malo. Bastante.
Y disculpe mi anonimato.

José Cruz Cabrerizo dijo...

Está en su derecho a opinar y manifestarse en unos términos tan respetuosos como lo hace. Le agradezco la lectura y la observación, que al fin y al cabo consumen un tiempo precioso. Pero siento decirle que disculpar lo del anonimato me es más difícil. No acostumbro a catalogar ni a tratar a las personas por los comentarios que dirigen a mis escritos, así que la próxima vez puede incluír tranquilamente sus datos (aunque si eso le violenta, prefiero el comentario anónimo al silencio).
Saludos.