miércoles, 7 de enero de 2009

ROÑOSERÍA DE CURSO LEGAL


Llevo todavía mi moneda de veinte duros bailando en el bolsillo. Busca un pobre que merezca recibirla calentita en su mano grietosa y ennegrecida de años sin jabón. Se me ha presentado la oportunidad con una mujer de pelo grasiento aunque aseada. Pero sin saber acotar sus límites, sin observar los escrúpulos que el que recibe graciosamente de la mano de uno debe observar, va y tasa mi generosidad en una cantidad determinada. “Déme equis para un café”. Y me ha venido a la cabeza aquel político que en un programa de televisión no supo contestar a cuánto estaba el café en la calle. El que lo necesita se conforma con lo que le dan, solo así valora mejor lo que cuesta ganarlo.
Luego, una mujer de la nueva Europa del Este con un cartelito en su regazo (como ahora ya no se puede tener niños…) La nota, salida de una impresora y perfectamente plastificada contenía las faltas gramaticales y de ortografía justas, estratégicamente situadas para no hacer inentiligible el mensaje. Las mafias de la inmigración pueden ser más poderosas pero no más listas que la experiencia.
Y ahora usted, procedente de dios sabe qué planeta del vino en tetra brik o de la locura, viene, a punta de navaja, a arrebatarme esta moneda que en la era del euro es garantía de mi buena voluntad, testigo de mi desprendimiento, sustento de mi limpia conciencia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Fantástico! (un inciso: creo que te ha faltado "del Este"). El de los veinte duros era granaíno, ein??? Jajajaja.

Cristina Monteoliva dijo...

Guarda esos veinte duros con un tesoro, como el recuerdo alegre de una época donde todo era mucho más barato y en Granada no había que estirar tanto el dinero...

Muy buena reflexión, si.

Por cierto, al padre de Giuseppe le han robado una máquina de coger aceitunas valorada en 3500 euros...¡Qué mundo de ladrones!
Besos,

Cristina Monteoliva

Anónimo dijo...

Magnífico, Pepe.
(qué buen título)

Arwen Anne dijo...

magnifico texto y magnifica manera de contarlo, guarda esa moneda que es un tesoro de tiempos pasados

besos

José Cruz Cabrerizo dijo...

Pues tienes razón, Valeria, las prisas, o los nervios de ver cómo se escapaban esos 20 duros. Ahora mismo lo corrijo.
Bueno Cristina, pues menuda gracia lo del robo. Desde luego no estamos hablando de 100 pesetas. Y además teniendo en cuenta que la gente que trabaja el campo no anda como si dijéramos muy boyante.
Jesús, gracias por esos relatos neoyorquinos que le cortan a uno el resuello, que lo sitúan entre la vigilia y el sueño (no el adormecimiento), ese fifty fifty que no se sabe dónde empieza y dónde acaba.
Arwen Anne, me alegro de que te haya gustado, máxime teniendo en cuenta que no deposité muchas esperanzas en el relato, porque me parece muy simple en su mecanismo. A veces las cosas más sencillas funcionan mejor, y yo siempre me empeño en montajes complicados.

Gracias por vuestras lecturas y un abrazo.